Experiencia personal · Viajes

Viaje sin gluten a Punta Cana, parte 1

¡Hola a todos!

Viajar siempre es un mar de dudas e incertidumbres para un celíaco, ¡pero cuando se trata de cruzar el charco es peor aún! Cuando mis padres decidieron irnos a celebrar el año nuevo a Punta Cana me intenté informar por internet sobre el buffet libre del hotel en el que nos hospedamos, pero sin éxito. Por eso decidí escribir esta entrada tan detallada y exhaustiva, para que le sirva a todo aquel que decida descubrir la zona de Playa Bávaro.

El viaje se contrató a través de la agencia de viajes de El corte inglés. A través de la agencia, reservamos el vuelo y el hotel, avisando previamente mi condición como celíaca e insistiendo mucho por todos los cuidados que requería. La aerolínea que nos llevaba era Wamos y el hotel elegido fue el Riu República, ya que la cadena tenía un compromiso especial con las personas que requerían dietas especiales.

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Aquí os dejo la primera parte de mi diario de viaje:

Día 26/12/2017 Viaje

Llegamos a Atocha a las 12.20 y tomamos el cercanías para llegar a la T4 de Barajas. Como nuestro vuelo salía de la T1 tuvimos que coger uno de los buses gratuitos que se mueven entre terminales. El checking fue rápido y el control de policía también. Buscamos para comer sin gluten pero no encontramos nada salvo un Burguer King. Había una cola enorme, que no avanzaba. Estuvimos esperando por lo menos media hora. La mayoría de la gente iba para el mismo avión que nosotros… Cuando por fin conseguimos pedir, nos llevamos la comida a la puerta de embarque porque era casi la hora. Había que estar a las 15:15 pero al final, con todos los pasajeros prioritarios acabamos entrando los últimos prácticamente. El avión salía a las 16:30 pero entre el despegue y demás hasta las 17:15 no salimos.

Así, comenzaron las 7 horas y media de vuelo que nos quedaban para llegar a la República Dominicana. Habíamos leído que a veces se les “pasaba” a las aerolíneas apuntar que viene un celíaco para el tema comida, por lo que yo llevaba min kit de supervivencia (picos, mini fuet, chuches, patatas…) Sin embargo, nada más llegar pregunté y me enseñaron un post-it con mi nombre y mi asiento señalando que era celíaca. ¡5 puntos para Wamos! Nos sirvieron la “cena” sobre las seis: pescado con verduras y patatas asadas acompañado de una ensalada con maíz, pepino y lechuga. De postre, naranja y piña. No estaba para tirar cohetes pero bien. Al menos era una opción más sana que el menú standard: ensalada de pasta, paella, bizcochito y un turrón-mini. Con cada comida te dan la bebida que quieras y a lo largo del vuelo, si pides agua también te dan.

Cuando quedaba aproximadamente una hora y media para llegar, nos dieron merienda. La opción sin gluten era una especie de sándwich hecho con tortitas de arroz con caña de lomo por medio… ¡Malísimo! Las tortitas estaban pasadas, rancias. Lo tuve que abrir y comerme lo de dentro. Al rato aparecieron con un sándwich con pan de molde sin gluten y jamón de york. Ellos mismos no saben decirme por qué me trajeron dos meriendas… Creemos que fue porque yo estaba sentada en el asiento de mi hermana y tenían apuntado que yo estaba en otro y de ahí la confusión. El sándwich no lo llegué a comer porque me comí lo que traía en el kit de supervivencia gluten free.

Llegamos a las 21:00, hora de República Dominicana. Al entrar hay que esperar una cola tremenda para el control de inmigración. Nosotros tuvimos que esperar una cola tremenda al entrar a pesar de ahorrarnos la mitad de la cola por haber pagado previamente la tarjeta de turista por internet (10 euros), ¡pero aún así la horita de cola no nos la quitó nadie! Había como 5 vuelos esperando la cola que se habían acumulado. Al salir de allí encontramos cientos de maletas en la misma cinta acumuladas, muchas tiradas por el suelo o cayéndose de la cinta… ¡Un espectáculo! Encontramos las nuestras y salimos. Al salir encontramos a los de Wamos y nos llevaron al bus. Llegamos los primeros y aún quedaban 40 personas en llegar… La llegada al hotel se hizo eterna, pero al final lo conseguimos. A las 4 de la mañana, hora española, llegamos al Riu República, cansadísimos y deseando dormir y coger fuerzas para enfrentarnos al siguiente día con mi mayor enemigo: el gluten.

Día 27/12/2017 Hotel

Primera toma de contacto con el tema comida… Lo primero, me gustaría comentar cómo funcionaban los restaurantes del hotel. Había un buffet libre abierto para todas las comidas del día y por las noches podías elegir restaurante (había que reservar) o buffet. Ya sabéis lo peligroso que es un buffet para el celíaco… ¡contaminación por todos lados!  Al ver que la única opción de desayuno era buffet me puse a buscar al encargado. Encontré al chef que lo llevaba todo y su respuesta al contarle mi problema fue enseñarme cosa por cosa: «esto tiene, esto no, esto no lo sé…» Yo sinceramente empezaba a entrar en pánico porque no me fiaba. No me interesa saber si el plato en sí tiene o no gluten, el problema es que solo por ser buffet ya tiene todas las papeletas para estar todo contaminado. Le comento mi preocupación y me dice que tiene harina sin gluten por lo que puede hacerme pancakes. Muy ilusionada con la idea, me senté a esperar mis pancakes, pero cuando llegaron… No me gustaron nada. No sé qué receta siguieron, pero no sabían nada dulces. Por comentar algo bueno: había muchos zumitos de fruta naturales, todos ellos aptos.

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Antes de comer mi familia se acercó a un kiosko con carne a la brasa que había en la piscina como para picar algo. Había alitas de pollo, chorizo criollo, hamburguesas y perritos. Les pregunté si tenían gluten las carnes y me pusieron cara de locos. Comí el pollo y la verdad es que bien, estaba alejado del pan de los perritos y hamburguesas, pero aún así me da rabia tener que estar experimentando para poder comer y que no me puedan asegurar nada.

Para comer al mediodía me volví a pasar por el buffet buscando al mismo chef del desayuno para evitarme la charlita sobre la EC. Cuál fue mi sorpresa al descubrir que en cada franja horaria cambia el encargado por lo que iba a tener que estar explicándolo cada vez… En resumen: otro paseíto, otra vez desconocimiento de la contaminación. Me dice qué puedo comer y qué no. Yo, sin embargo, noto desconocimiento total del tema y que no me puedo fiar. Cada vez q les hablas de celiaquía o gluten, además de mezclarlo con la intolerancia a la lactosa o la alergia al huevo, hacen referencia al gluten como harina únicamente. Se les olvida que hay muchas más cosas que tienen gluten, ¡no sólo la harina! Por poner un ejemplo: había una sección oriental y cuando me dice que puedo comerlo todo le digo mirando a la salsa de soja: «la salsa de soja tiene gluten». El chef me miró así como si estuviera loca y me dijo «no, qué va, ¡ésta no!» Al coger el bote y enseñarle como dentro de los ingredientes había «wheat» (trigo), me dijo «ah vale entonces no…». Como ya he dicho, no me fiaba de la contaminación ni del conocimiento acerca de lo que tiene gluten o no así que le pido que mejor me haga algo. Me voy para mi mesa y de camino me cojo unas tortitas de maíz con guacamole que me dijo que eran seguras. Me preparó unos macarrones sin gluten estilo boloñesa, con tomate y carne picada. ¡Estaban muy ricos! Me costó pero al final conseguí comer algo.

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Una de las cosas que me apetecía más probar eran los cócteles. Pregunté si tenía gluten alguno y el chico me preguntó que es el gluten… Le eché un vistazo a la carta y al ver que el daiquiri y la piña colada eran básicamente zumo de fruta granizado me fié. Los estuve pidiendo durante todo el viaje y la verdad es que parecía que todo estaba en orden.

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En la cena, como aún no sabíamos como funcionaban los restaurantes, fuimos al buffet. Seguimos el mismo procedimiento. Habló con otro chef distinto que no está muy seguro, le tengo que explicar de cero qué es el gluten y en qué consiste la EC. Me dice que en ese caso mejor me hace algo (la mejor opción sin duda) Me prepara un filete con patatas, supuestamente fritas en aceite limpio como le había explicado. Al llegar vi que eran congeladas y no me fiaba mucho pero bueno… Me lo comí y en principio todo bien.

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Día 28/12/18 Hotel

En el desayuno me tocó otro chef distinto, éste incluso más perdido todavía. Tenían por ahí los pancakes del día anterior que tan poco me gustaron pero me los querían poner sí o sí. A mí me apetecía el desayuno continental y le pregunté pero me dijo que mejor los pancakes y una tortilla francesa, que me acercara al puesto de las tortillas y me la hacían delante de mí (para ver que no había contaminación) La tortilla la hicieron en una sartén nueva a estrenar que decidieron usar únicamente para mis comidas, un detalle. Me la hicieron de queso y jamón york. Muy rica, la verdad, pero también quemada.

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A la hora de la comida, hablé con el chef pero ese día no tenía ganas de prepararme nada… Volvió a darme el paseo por el buffet. Por cierto, cosas que el día anterior me había dicho que sí podía comer, hoy me decía que no… Me mosquee bastante. Decidí jugármela lo menos posible e ir a por lo seguro: me cogí arroz en blanco y salmón a la plancha.

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Para cenar, habíamos reservado mesa en el restaurante asiático. Al llegar hablamos con el chef. Le expliqué toooodo lo relativo a la enfermedad, qué me pasaba, cómo había que cocinar… Me dijo que no cogiera nada del buffet porque lo que no tenía harina, tenía salsa de soja (aclaración que hice yo, claro)

A la espera de que me hiciera mi platito, le pregunté por el sushi y me dijo que era apto. Lo comí y estaba muy rico.

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Me trajo mi plato: verduras y gambas salteadas en una salsa. Antes me había comentado que tenía fideos de arroz y yo me esperaba que me trajera eso, por lo que me decepcioné un poco. Pero bueno, al menos tenía qué comer.

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Aquí cometí un gran error que he de decir que fue totalmente mi culpa. A causa del estrés acumulado explicando a todos los chefs qué era la EC, se me olvidó comentar que era intolerante a la lactosa… Normalmente yo me tomo mi pastilla y sin problema, pero en este caso como el pobre no sabía nada, el chef le puso leche a la salsa. Fue una pena porque estaba muy bueno pero tuve que huir en mitad d la comida al baño muy muy mala.

Día 29/12/17 Excursión a Isla Catalina

Antes de contratar la excursión, hablamos con la mujer que lo llevaba que al ser española parecía controlar un poquito más del tema. Ésta se lo tomo super en serio y se apiadó mucho de mí. Llamó delante nuestra a la gente de la excursión, escuchamos la conversación completa y nos partíamos de risa: dijo literalmente que yo era “super celíaca”. Pero bueno, realmente en un país donde no se conoce la enfermedad, es mejor que se exagere y se diga que soy hiper mega alérgica de morirme para extremar las precauciones (aunque eso en el hotel al menos ni siquiera sirve)

La excursión nos gustó mucho. Nos llevaron en barquito hasta la isla, fiestecita, música y bebida. Al llegar, isla paradisíaca y actividades acuáticas como snorkel y lancha motora.

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A la hora de comer, sabían que había una celiaca y me buscaron. Me pasaron a mí la primera en el buffet para evitar contaminación: había ensalada, coleslaw, pasta, arroz, pollo y chuleta a la parrilla. Me dijeron qué podía comer y que no, y aquí hubo otro fallo criminal… Me dijeron «mira, tienes arroz, pollo, pasta…» y yo les dije «no, pasta no». Ellos me contestaron: “ah, ¿pasta no quieres?” Yo puse los ojos en blanco y pensé «si creen que la pasta no tiene gluten, ¿cómo me voy a fiar de todo lo demás?» ¡Estas son las cosas que tiene que aguantar un celíaco! Opté por el arroz con el pollo y en principio todo bien.

Si el episodio de «¿no quieres pasta?» me había resultado incluso cómico, por la noche tuvimos otro momento parecido que ya me tocó mucho la moral. Como llegamos tarde para reservar restaurante, tuvimos que ir al buffet. Nos tocó otro chef  nuevo que no conocía aún asi que a empezar de nuevo. Parecía haberlo entendido todo. Como ya estaba un poco harta de los paseítos por el buffet le dije que me hiciera algo directamente. Me dijo que claro sin problema, una carne con patatas fritas. Le expliqué todas las pautas. Incluso me ofreció pasta sin gluten y le dije que no, que mejor al día siguiente. Al cabo de una media hora, llega a la mesa el señor chef, muy sonriente y orgulloso de hacer su plato totalmente gluten free. Me lo pone delante y veo carne, patatas y espaguetis. «¡Qué sorpresa» – pienso yo. «Ha puesto espaguetis sin gluten y todo, qué gracioso». Como una tiene que tener mil ojos y por asegurarme ya del todo, pregunté: «¿los espaguetis éstos, son sin gluten, ¿verdad? El chef se queda en shock y me mira con cara de asustado. Me contesta: «no, no… son normales. ¿Eso no lo podías comer?» Mi familia y yo le miramos con esta cara…

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El chef se lleva el plato y me trae esto a las 15 min, sin la pasta. Esperemos que lo hiciera todo de nuevo, sin reutilizar la carne y las patatas contaminadas. Yo al menos le comenté que estando la pasta ya no lo podía comer…

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En fin… ¿Cuándo me desvelan que fue todo una cámara oculta?

Hasta aquí la primera parte del post de Punta Cana sin gluten. En breve,¡¡la segunda parte con muchas más aventuras glutenianas en el Riu República!!

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