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Ser celíaca en París (tras 2 meses)

¡Hola a todos! Tras un tiempecito que he necesitado para adaptarme a un nuevo país, una enorme ciudad y a mi primer trabajo, vuelvo para contaros todo sobre mi experiencia respecto a la vida sin gluten en París. Iré actualizando en posteriores publicaciones, ya que ahora mismo solo cuento con la vivencia de dos meses y medio en la ciudad – probablemente mi visión cambiará conforme pase el tiempo. Mi percepción, de momento, es que es todo muchísimo más complicado que en España.

Para empezar, prácticamente nadie entiende qué es ser celíaco. La palabra en francés es “coeliaque”, pronunciado más o menos sería “seliak”. Cuando llegué y se lo decía a la gente, pensé que lo estaba diciendo mal porque todo el mundo me ponía una cara rarísima como diciendo “¿pero qué me está contando esta chica?”. Un día, conocí a un chico que estudiaba medicina y me dijo que sí sabía lo que era – me confirmó que yo lo pronunciaba perfectamente, simplemente la mayoría de la gente no lo había escuchado nunca.  Cada vez que se lo comento a alguien tengo que decir algo así como que tengo intolerancia al gluten, o alergia al gluten… Cuando realmente no es ni una cosa ni la otra, pero es que es la única manera de que más o menos vean por dónde van los tiros. En otras ocasiones me entretengo en explicar toda la historia, que si es una “maladie auto-immune”, que si es “chronique”, que si no puede haber “contamination croisée”… En cualquier caso, siempre me miran con esa cara de estar totalmente ajenos a la enfermedad. A esto, se le suma el hecho de que París sea una ciudad con bastante tendencia al postureo. Les encanta la etiqueta “bio” – lo que nosotros llamamos “ecológico”– hay muchísimas tiendas que venden únicamente este tipo de productos, y son muy populares porque la gente entiende que son más sanos y sostenibles. El problema viene cuando el “sans gluten” se mezcla con lo “bio”. En estas tiendas ecológicas encontramos más productos específicos sin gluten que en el resto de establecimientos, etiquetados como “bio” también. Esto hace que la gente no celíaca ni sensible al gluten compre estos productos (incluidos ultraprocesados insanos como cereales cargados de azúcares) y los consuma porque los consideren más sanos. Por cierto, estas tiendas tienen un precio elevadísimo.

Para que os hagáis una idea, os adjunto una foto del menú de la pizzería sin gluten Little Nonna. Este restaurante es 100% sin gluten, cosa que es estupenda ya que conociendo la falta de conocimiento respecto a la EC nos ahorramos muchos disgustos asegurándonos de que no habrá en ningún caso contaminación cruzada. Sin embargo, fijaros en cómo explican el hecho de que decidieran eliminar el gluten de su restaurante.

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«En la pizzería sin gluten Little Nonna, hemos decidido comer más sano para luchar contra los dolores de barriga, la fatiga y el estrés que el gluten puede ocasionar»:

El gluten en sí no es insano. Es insano para mí, que soy celíaca y me provoca un gran daño interno. Pero en sí, para la sociedad en general, no lo es. Lo que es insano es tomar alimentos procesados que realmente no están basados en comida real sino en una serie de sucedáneos, químicos y azúcares – incluyendo entre sus ingredientes normalmente el almidón de trigo o la harina de trigo refinada. Aquí entra el gluten en juego y aquí es donde no es sano para nadie. Este restaurante tiene pizzas y pasta, con harinas igualmente refinadas pese a ser sin gluten, las cuales son insanas. Que no pasa nada, a mí me encanta la pizza y comerla de vez en cuando tampoco te va a matar, pero al menos eres consciente de que es mejor evitarla. Lo que no puede ser es que esta gente esté súper convencida de que su pizza sin gluten es sanísima. Por cierto, este es el único restaurante que he probado. La razón es que parte de la consecuencia de que personas no celíacas se sumen al barco del sin gluten porque sí es que se convierte en una moda – una moda cara y por lo tanto, no al alcance de cualquiera. Es por eso que no me planteo ir a muchos de los restaurantes sin gluten que hay en París, porque veo los precios en internet y directamente se me quitan las ganas. Hablamos de que París es una ciudad carísima de por sí, pero si le sumamos el añadido del sin gluten… Apaga y vámonos.

En el desconocimiento general de la enfermedad se entiende la dificultad para encontrar productos específicos sin gluten. En mi caso, tengo que andar frecuentando hasta 4 supermercados donde voy encontrando diferentes productos. Por ejemplo, el supermercado más cercano a mi casa es un Lidl. No se puede encontrar ningún producto sin gluten específico como pasta o pan. Sin embargo, es el único donde puedo encontrar nueces y frutos secos en general donde no esté especificada la presencia de trazas sin gluten. Porque eso es otra, aquí el etiquetado sin gluten brilla por su ausencia. Solo lo encontramos en los productos específicos, pero para productos genéricos susceptibles a contener trazas es algo que simplemente no se da, por lo que me tengo que conformar con el hecho de que esté marcado que contiene trazas de otras cosas que no son gluten. En España solo compro productos donde esté marcado, pero aquí simplemente no hay otra. El supermercado donde encuentro un mayor número de productos sin gluten es Carrefour. Pero ojo, tienes que irte a un Carrefour que esté en las afueras para encontrar un mínimo de cosas sin gluten. Si te vas a uno estilo Market o City dentro de la ciudad no vas a encontrar ni un paquete de pan sin gluten. Por lo que hacer la compra si requieres ciertos productos o buscas una mínima de garantía en la ausencia de gluten implica una gran organización ya que necesitas prácticamente una hora para ir y otra de vuelta para poder ir a ese tipo de supermercados. No es como en casa donde tengo el Mercadona a 5 min y tengo, además, mil productos sin gluten ni lactosa. Ah, la lactosa. Ese es otro asunto. Aquí no he visto ni un solo producto específico sin lactosa. Bueno sí, la leche. Una sola marca: Lactel, cuya versión sin lactosa es “Matin léger” o mañanas ligeras – al módico precio de 1.55€ por un litro de leche. Respecto a lo demás… Me estoy fiando de algunos blogs que he leído en internet donde enumeran quesos que son naturalmente bajos en lactosa (parmesano, quesos curados…) como cuenta en este post Celicity.

Hasta aquí mi experiencia por ahora, volveré a expresar mi punto de vista cuando me vaya a ir de la ciudad en abril y también publicaré por supuesto una guía con mis sitios favoritos. ¡Saludos parisinos!

 

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